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14 de octubre de 2014

COLUMNA DE ACTUALIDAD: Hoy Yamil Avila

Contadas son las veces que alguien tiene la oportunidad de expresar sus ideas y que éstas sean leídas por un gran número de personas. Aún mas contadas son las veces en las que éstas ideas (o quien escriba y de la forma en que lo haga) resulte gustoso.
Por alguna razón me convocaron para escribir, para expresar mis ideas, y espero estar a la altura....

Mi nombre es Yamil Avila, tengo 24 años y soy de Los Toldos. Hace 3 años vivo en la ciudad de La Plata en donde estoy realizando mis estudios terciarios en la carrera Psicopedagogìa, carrera que terminaré de cursar en un mes. Ante todo, quiero aclarar que cada una de las cosas que exprese tiene derecho a réplica, probabilidad de ser refutado, o puede no coincidir con lo que la mayoría de la gente piensa. No pretendo bajar línea ni mucho menos creer que mi palabra tiene más poder que la de cualquiera de los que lean. Mis palabras serán opiniones, articuladas con saberes teóricos que logré adquirir y vivencias que inevitablemente marcaron mi forma de vivir y ser (y pensar). Pese a esto, la propuesta me resultó interesante porque apunto a tocar temas que pueden formar parte de la cotidianidad de sus vidas, que por su aparente simplicidad se naturalizan, y el lugar que me gustaría ocupar es de 'disparador', para que adhieran a lo que digo o no, pero sobretodo que se detengan a pensar en determinadas situaciones que a mi entender tienen gran importancia pero perdemos de vista. El primer tema que me gustaría tocar, como base de todo lo que pueda llegar a decir después, es la importancia de los cimientos: establecer una pretenciosa analogía entre este término tan común en el mundo de la arquitectura y la vida de cada uno de nosotros. Desde una sencilla búsqueda de diccionario, 'cimiento' es la parte sobre la que se asienta y que sostiene un edificio u otra construcción, y quiero valerme de este término para compartir cuán importantes resultan esos cimientos en lo que refiere a nuestra educación. A su vez, quiero darle dos sentidos a mi idea: cimiento como base, y la estructura en su totalidad como un nuevo cimiento. Todos sabemos que los niños requieren acompañamiento, protección, afecto, estímulo y la labor educativa de los adultos. La familia es el primer y privilegiado espacio para la socialización, en donde deben encontrar alimento, condiciones higiénicas, un entorno seguro, afecto, protección, interacciones constantes y un estímulo adecuado. Para que la familia pueda ofrecer este ambiente debe reconocerles a sus hijos el carácter de sujetos, y comprender y saber responder a las potencialidades, necesidades, limitaciones y particularidades propias de esta etapa de desarrollo. Por otra parte, la familia no se desenvuelve aislada y sola sino que mantiene una interacción con la comunidad, con otros ambientes e instituciones, donde ocurren procesos sociales y educativos no formales, no institucionalizados pero cruciales para el desarrollo del ser humano. Se ha comprobado que la auto-confianza, la autoestima, la seguridad, la capacidad de compartir y amar, incluso las habilidades intelectuales y sociales, tienen sus raíces en las experiencias familiares y comunitarias de la primera infancia. Aquellos primeros 2 o 3 años en donde pensamos que los niños todavía no comprenden del todo el mundo, donde sólo están empezando a descubrir lo que los rodea es el momento de mayor desarrollo del cerebro, cuando se produce el mayor número de conexiones neuronales, que no vuelven a repetirse en los años siguientes. Durante los primeros años, los niños aprenden a comunicarse, a razonar, a expresar sus sentimientos y aunque parezca redundante, a aprender. Pero se necesita que reciban educación y atención integral de buena calidad para que se potencien sus posibilidades de desarrollo y aprendizaje. Para desarrollarse intelectual, emocional, social y moralmente, el niño o niña necesita gozar regularmente y durante un largo período de vida de un vínculo afectivo fuerte, cercano, recíproco y estable con su familia y cuidadores. Estas interacciones positivas generan la confianza básica y fundamental para el desarrollo socio-emocional y cognitivo. A su vez, el desarrollo de las capacidades físicas, psicológicas y cognitivas de los niños y niñas demanda un ambiente de estimulación con condiciones para el juego, la diversión y el aprendizaje, por cuanto aprenden a través de la acción y de la exploración del medio que los rodea, en un intercambio activo. Los agentes educativos deben tener una valoración positiva de la primera infancia, facilitar los escenarios para la interacción, permitir que los niños hagan las cosas por sí mismos y expresen sus emociones, sin ser reprimidos o castigados. Deben tener en cuenta las características sociales y culturales de la familia y de su grupo de pertenencia, ya que adquieren significado dentro de un contexto social y cultural específico. Deben respetar el desarrollo integral, en un proceso que involucra al niño en todas las dimensiones. La educación inicial tiene que preparar para la educación primaria formal y la continuidad en el sistema educativo. Para lograr una articulación se requiere una escuela que sea inclusiva e integre a los agentes educativos, a la familia y a la comunidad. La base, entonces, de la educación primaria, será la educación inicial, y la primera a la vez funcionará como cimiento para los siguientes niveles del sistema educativo. Este tema tiene aún mucho más para abordar y profundizar, pero lo que resulta fundamental en este momento es cerrar el tema con la importancia de la idea: los cimientos para la educación por un lado, y por otro la educación como un todo, como un nuevo cimiento que posibilitará nuevos aprendizajes. La educación tiene una base en donde la calidad de los primeros años será primordial, pero a la vez es la base de todo; sirve para adquirir conocimientos útiles, para conseguir mejores oportunidades laborales y con ellas acceder a una vida digna, para crecer como persona y en todo sentido. Es, entonces, de suma importancia la primera infancia de nuestros hijos, hermanos, sobrinos, nietos, etc, no sólo para brindarles un mejor presente, sino para posicionarlos en el mejor lugar para poder enfrentar los aprendizajes que el futuro pueda presentarles.

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