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21 de junio de 2014

Esos sueños familiares que viajan en motorhome

El matrimonio Castellani y sus cuatro hijos viven a metros del seleccionado en un micro preparado para la ocasión.

Al gigantesco motorhome le falta pintura por fuera y por dentro. A simple vista da señales que está hecho artesanalmente, a puro pulmón, que camina con el impulso del corazón. Como las pasiones que desata el fútbol. Está estacionado a metros de la entrada de la concentración argentina, en Cidade do Galo. Ese ex micro de larga distancia está lleno de secretos e ilusiones. Allí vive una familia numerosa. Mamá Gilda, papá Martín, tres varones adolescentes: Facundo, Agustín y Martín y la pequeña Malena de apenas cinco años que debido a este paseo por tierras brasileñas eludió el jardín de infantes por un buen tiempo. Ellos se sienten privilegiados porque ahora viven a metros de Messi, del Kun, del Pipita, de Di María, de esos sueños que acuna la Selección y que también son propios. Quieren sentirse vecinos de la gloria. Mientras Agustín pela zanahorias y papas para el almuerzo, el padre explica el desafío que afrontaron: “Compramos el ómnibus y lo fuimos armando de a poco los fines de semana en Los Toldos, donde lo instalamos”. Fueron Martín padre y Facundo los que le dieron forma: “¿Cuánto nos costó? Imposible saberlo. Nosotros hicimos casi todo pero el presupuesto se fue a las nubes. Sin embargo lo logramos. El sueño comenzó hace un año y medio y aquí estamos alentando a la Selección”. La familia Castellani es de Palermo Viejo, pero allí era imposible armar este departamento rodante con dos habitaciones, dos baños y un enorme living comedor. “Tardamos ochenta y ocho días en dejarlo listo para partir. Es la primera vez que manejo semejante motorhome. No tenía ninguna experiencia al respecto. Cuando lo terminamos lo llevé de Los Toldos a Palermo y desde allí partimos hacia Brasil. Tardamos cuatro días en llegar, jamás superamos los noventa kilómetros por hora y siempre paramos de noche para poder dormir bien. No tuvimos ningún inconveniente en la ruta porque tenemos todos los papeles en orden. Somos una familia y la policía, a los que buscan, es a los barras. La gran precaución que hay que tener es mirar bien atrás, sobre todo cuando vas a doblar. Porque este vehículo es interminable”. Además de las banderas argentinas que asoman por las ventanas, hay registro de qué equipo son los integrantes de la familia. Sobre uno de los asientos descansa un buzo azull y amarillo. “Somos todos hinchas de Boca”, dice Facundo. Papá Martín tiene una empresa de fumigación en la que trabajan sus hijos varones y mamá Gilda es empleada administrativa. Ella resignó los treinta días de vacaciones en el verano para disfrutarlos ahora y afrontar todos juntos esta misión mundial.

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