“Hay que desterrar el certificado de aptitud física de favor porque no es ético realizarlo, pero además porque se pierde la gran oportunidad de revisar a ese chico, con los riesgos que eso conlleva”, señala Elsa Galindo, secretaria del Comité de Medicina y Deporte Infanto Juvenil de la Sociedad Argentina de Pediatría y coautora del consenso médico que establece las bases para realizar ese control.

“Es fundamental que todos los chicos y adolescentes que vayan a hacer alguna actividad deportiva se realicen un control de aptitud física en forma anual. En el caso de quienes realizan deportes en forma recreativa, ese control pasa por un examen físico y una revisión de sus antecedentes familiares y personales. Un chico sano sin antecedentes, ni familiares, ni personales patológicos, no requiere ningún estudio adicional”, explica Galindo.

“Lo ideal es que el control de salud para practicar deportes se realice en el marco del chequeo de salud que requieren los niños en edad escolar al menos una vez al año. El problema es que eso rara vez se cumple: la mayoría de los padres sólo llevan a sus hijos al pediatra cuando están enfermos; no para supervisar su crecimiento y desarrollo ni para adoptar conductas preventivas y adquisición de hábitos saludables tan importantes en este etapa de la vida”, cuenta por su parte la doctora Daniela Pacheco, médica pediatra especialista en Medicina del Deporte, coautora del consenso de la Sociedad Argentina de Pediatría y prosecretaria del mismo comité.

“Hay que desterrar el certificado de aptitud física de favor porque no es ético realizarlo, pero además porque se pierde la gran oportunidad de revisar a ese chico, con los riesgos que eso conlleva”

Y es que, contra lo que la mayoría de la gente supone, los controles de aptitud física “no sólo sirven para descartar un posible riesgo cardiovascular durante la práctica deportiva –señala la médica-; también apuntan a detectar precozmente otros problemas orgánicos: respiratorios, renales, posturales, etc. y prevenir lesiones deportivas”.

EN QUE CONSISTE

El chequeo de aptitud física, que en el caso de quienes van a realizar alguna práctica recreativa no suele tomar más de media hora, consiste en dos revisiones. Por un lado, una indagación de los antecedentes personales y familiares del chico; por el otro, el examen físico en sí.

“Desde el punto de vista de los antecedentes del propio chico, lo que se busca es determinar si fue operado o si sufre alguna cardiopatía u otra enfermedad que deba ser estudiada o le impida de manera transitoria la práctica deportiva. Pero también es importante conocer los antecedentes de su entorno familiar: si tiene familiares directos con diabetes, hipertensión, dislipemias.... o que hayan sufrido infartos agudos antes de los 40 años o muerte súbita antes de los 50, entre otros datos”, cuenta Galindo.

Por su parte, “en el examen físico se les controla el peso, la talla y el índice de masa corporal, y se realiza un examen físico completo y minucioso. Como no sólo se apunta a buscar posibles problemas cardiológicos sino también del aparato locomotor, es muy importante revisar columna, pies, rodillas y caderas porque pueden darse patologías osteoarticulares que detectadas a tiempo son más fáciles de tratar”, comenta la médica.

Aunque “un chico sano sin antecedentes ni familiares, ni personales patológicos, no requiere ningún estudio adicional -concluyó Pacheco- sí es necesario pedir un electrocardiograma, y el momento de elección es en la adolescencia, ya que después del empuje puberal y por acción hormonal, el músculo cardíaco puede sufrir cambios y aparecer así alguna alteración”.